viernes, 29 de abril de 2016

Patricio Whitty, Jorge Fitzimons, Facundo Dowling, Rodolfo Delahanty


CREADOR DE FICCIONES


PATRICIO WHITTY nació en Venado Tuerto en 1930, descendiente de Thomas Whitty y María Droughan, una de las primeras familias de origen irlandés que llegaron a estas tierras santafesinas a fines del siglo XIX.

Para tener una semblanza de la familia Whitty, nos encontramos con Patricio -que goza de una excelente memoria- para que nos relate, no solamente aspectos de su vida personal, sino sobre lo que es una de sus grandes pasiones: el teatro.

Hijo de Patricio Whitty y Erna Brosch, es el tercero en orden descendente de la familia integrada por: Elvira, Adolfo, Patricio, Ismael, Ricardo, Oscar y Beatriz. Y como en las mejores familias irlandesas, Patricio es el único soltero. Todos los demás formaron su hogar y tuvieron descendencia, a excepción de Ismael que no tuvo hijos.

Eran tiempos difíciles, sin embargo y por mérito propio, Patricio supo abrirse camino en la vida cumpliendo las más variadas e insólitas tareas. De adolescente comenzó a trabajar en la casa de un ejecutivo de la SA Molinos Fénix, donde hacía múltiples faenas; dos años más tarde se empleó en una farmacia, donde además de cadete, aprendió el uso del mortero para la preparación de medicamentos. Y fue precisamente allí donde vivió su primera experiencia penosa. Recuerda que una manifestación obrera avanzó por la calle central del pueblo reclamando mejoras salariales, y cuando llegó frente a la farmacia, los manifestantes intimaron al propietario a unirse a sus protestas; ante la negativa de éste, los huelguistas le pidieron que dejara que el cadete se sumara a la revuelta, a lo que su empleador no se opuso, y Patricio se perdió en medio del alboroto. Al día siguiente, cuando se presentó a trabajar, se enteró que había perdido su empleo. “En mi farmacia no quiero huelguistas” sentenció el
José Wallace con Patricio Whitty
boticario. Este hecho lo afectó en demasía. Si bien no hay precisión exacta del año, es muy probable que haya sido alrededor de los años 1944/45, en plena Argentina convulsionada, cuando Patricio contaba tan solo 15 años. Ahora había que buscar otro trabajo y gracias a la recomendación de unos vecinos, logró emplearse en un campo de San Marcos, a escasos kilómetros de Venado Tuerto. Allí trabajó durante tres años quitando las malezas (chamico, cola de zorro, Chinchilla, abrojo) y por supuesto, también juntadas de maíz y entroje, todo a músculo y pulmón. A todo esto ya era un experto jinete y se fue a trabajar en una granja en las cercanías del pueblo. Ya en la década del 50 los propietarios de ‘Fundiciones Yasci’ -vecinos del barrio- le pidieron que fuera a trabajar con ellos y le encargaron el depósito de materiales. A pesar de algunos reparos, aceptó el desafío e ideó un registro que permitió identificar cada uno de los elementos almacenados mediante la confección de un catálogo de existencia, lo que posibilitaba que la fábrica no detuviera su producción por falta de material. No conforme con el manejo de ciertas cuestiones laborales, presenta su renuncia y se retira después de doce años de labor. A todo esto estaba en pleno auge la fábrica de motores eléctricos ‘Dison S.A.’, que más tarde adquirió fama con la fabricación de artefactos eléctricos (licuadoras, batidoras, enceradoras, etc.). Como en toda ciudad chica, en el ambiente fabril sabían de la capacidad de Patricio y por sobretodo, de su incuestionable honradez, razón por la que le ofrecen el manejo del almacén de materiales. Todo iba bien hasta que se produce un cambio en los directivos de la fábrica, y Patricio -que se caracterizaba por su rectitud- tuvo un nuevo desencuentro y presentó su renuncia ante la sorpresa de su jefe, que inútilmente trató de persuadirlo para que se quedara. Cuando se retira, después de veinte años en la fábrica, le adeudaban alrededor de seis meses de sueldos (situación similar al resto de los empleados) por lo que exigió su pago total como correspondía. En aquella época existían los bonos agrarios, que recibió en parte de pago y que luego canjearía en una agencia de automóviles, donde adquirió un ‘Bergantín’ de Industrias Kaiser Argentina (IKA). Al poco tiempo le ofrecen la gerencia general de ‘Fundiciones Industriales’, una de las primeras empresas que se instala en el Parque Industrial ‘La Victoria’, cargo que ocupa hasta que pide su pase a retiro. Sin embargo Patricio no se detiene y continúa su actividad en una aseguradora, trabajando medio día, lo que le posibilitó dedicarse a lo que siempre le gustó: el espectáculo.

Nos dice que en sus años juveniles, cuando se enteraba de alguna puesta en escena teatral en la ciudad de Rosario, hacía lo imposible para ir a ver la obra, y cuando llegaban a Venado Tuerto compañías de Rosario o Buenos Aires, allí estaba él, en primera fila para disfrutar de la actuación. “Cuando mis amigos iban al cine o a bailar, yo prefería ahorrar para viajar a ver obras de teatro a Rosario” confiesa sonriente. Sin dudas, el teatro fue y es su pasión.
Con posterioridad, y durante un período de diez años aproximadamente, Patricio llevó al teatro dos obras más de su autoría: “A pesar de todo” y “Mis amigos, tus amigos” con un marcado éxito. Esto permitió que muchos de los aficionados de aquél entonces prosiguieran estudiando actuación y formando grupos de teatro independientes que con el tiempo in crescendo, a tal punto que actualmente en Venado Tuerto existen numerosos grupos de teatro que se presentan regularmente en salas de la ciudad con gran asistencia de público.

Su familia

Apenas comenzó a relatarnos sus vivencias, Patricio marcó una de las materias que sus padres priorizaron para sus hijos: había que estudiar. Y así lo hicieron, todos terminaron la escuela primaria y únicamente Oscar, el menor de los varones, culminó sus estudios secundarios, lo que no fue posible para los mayores que debieron trabajar duramente junto a sus padres. Sus hermanas también asistieron a escuelas de oficios mixtos, donde se dictaban clases de corte y confección, pintura, bordados y trabajos prácticos, escuelas de gran auge por aquellos años también difíciles para las niñas, que aspiraban a ejercer una profesión digna a sus capacidades.

El Teatro

Tenía 21 años cuando se le cruzó por la cabeza montar un espectáculo teatral. Asistió a talleres donde aprendió técnicas básicas para montar una obra. Inquieto, y con esas ganas de representar un espectáculo que identificara la idiosincrasia de la gente de su pueblo, pone manos a la obra. Es así que, con la asistencia de un reconocido hombre de teatro de la ciudad de Rosario -que lo alentó a montar el espectáculo- escribe su pieza teatral “El hijo triste” de lenguaje coloquial. Enseguida comienza a juntar aficionados dispuestos a seguirlo en su emprendimiento.

Rápidamente formó el elenco y comenzaron los ensayos, y el 23 de noviembre de 1952 se estrena “El hijo triste” en el Cine Teatro Verdi. El éxito superó lo imaginado y las funciones debieron repetirse muchas veces más. Durante varios años el elenco recorrió la región e hizo
las delicias de la gente que estaba ávida por ver actuar a estos actores noveles que daban lo mejor de sí para deleitar a su público. Con el correr de los años, dos de sus integrantes incursionaron en el mundo artístico nacional y posteriormente en España y Estados Unidos con relativo éxito.

No hay dudas, Patricio Whitty es uno de los pioneros del teatro venadense y un permanente hacedor de conjuntos folclóricos que tuvieron gran aceptación popular a nivel regional y nacional. Entre ellos destacamos al conjunto folclórico “Los Huilques”, de destacada actuación en el escenario mayor de Cosquín y una permanencia de diez años ininterrumpidos.

Nos despedimos de Patricio llevándonos la imagen de una persona buena y generosa, un hombre afecto a la magia de los escenarios y constructor de imágenes cotidianas que plasma en sus escritos que no se atreve a mostrar, pero que guardan el afecto de sus seres queridos y el agradecimiento de cuanto bien recibió en la vida. Lo expresó él mismo: “Soy un agradecido por todo lo recibido”.

A su sobrina Mónica Patricia “Cielito” nuestro agradecimiento.

Patricio Whitty falleció el 01/12/2014 a los 84 años de edad.

JORGE ALBERTO FITZIMONS


Todos coinciden: “el gringo” fue el mejor Nº 2 del fútbol regional de los últimos tiempos.

Cierto día, durante una conversación entre amigos, me dijeron que el pagador de un cajero bancario de la ciudad era de origen irlandés. Cuando pregunté cómo se llamaba, me dieron un nombre que parecía más asiático que irlandés. No obstante, movido por ese afán de reclutar jóvenes de nuestra comunidad, me fui al encuentro del furtivo paisano. Cuando lo ubiqué, me encontré con un muchacho joven y comunicativo, que hasta se dio el lujo de bromear sobre las distintas maneras que la gente pronuncia su apellido, de antiguo origen irlandés. Ahí percibí que estaba ante un cultor del mejor sentido del humor de los irlandeses: reírse de sí mismo. Esto me trajo a la memoria un viejo “scrap book” de mi padre, que había recopilado recortes de las planillas del ferrocarril, donde su nombre fue escrito de las maneras más insólitas que se pueda imaginar. Ahora el turno es de quien hoy quiero presentarles: Jorge Alberto Fitzimons, “sin la ‘s’ después de la ‘z’” -me aclara sonriente, como para que no tuviera dudas de la originalidad de su apellido. Error de escritura (¡cuándo no!) en la partida de nacimiento de su padre.

Jorge Alberto Fitzimons nació en la localidad cordobesa de Cavanagh el 6 de abril de 1960 y es el menor de los tres hijos de la familia de don José Telésforo Fitzimons y María Esther Goyeneche. A los pocos días después de su nacimiento la familia se trasladó a la “Estancia Carmen” del Conde Chateaubriand, en el distrito del mismo nombre y a escasos 15 km de Venado Tuerto. Unos años más tarde se reubica en el campo de la familia Sibuet-Brunel donde sus padres atendieron el tambo hasta su jubilación.

Allí el joven Fitzimons adquiere una formación familiar campestre, y junto a sus hermanos, colabora en los trabajos rurales, donde supo de pialadas, yerras, domas y cabalgatas. No obstante, y aunque todo suene a diversión, la realidad era muy distinta. Los trabajos del
Familia Fitzsimons
campo siempre fueron duros y don José y doña María, como buenos padres, querían que sus hijos no tuvieran que pasar las mismas penurias e insistieron en que debían estudiar. El asunto es que ese mote de ‘porfiados’ y ‘testarudos’ que se endilga a los irlandeses y a los vascos, acá se hizo realidad por partida doble: ¡sus hijos fueron a estudiar!

Jorge cursó la primaria en la Escuela Nº 165 ‘Gral. Manuel Belgrano’ y el secundario en el Instituto Privado de Enseñanza Comercial (EEMPI) Nº 1092, de la localidad de Carmen. En su adolescencia comenzó a practicar deportes en el ‘Club Atlético Sportsman Carmelense’ donde se contagió de esa pasión que es el fútbol. Alentado por quienes percibían sus cualidades para esta disciplina, lo incluyen en el equipo con el Nº 2, del que más tarde pasaría a ser el capitán en la temporada 1979/80, oportunidad en la que el club obtiene el campeonato de la Liga Venadense.

Posteriormente jugó en la Liga Regional con miras a ascender a primera división, pero lamentablemente el conjunto perdió la final con Huracán de Chabás. A esta altura, ya era reconocido en el mundo futbolero de la zona, y los cronistas deportivos no ahorraron elogios sobre las técnicas innovadoras de este joven valor que apodaron ‘el gringo’, y que más allá de sus indiscutibles habilidades con el esférico, hizo gala de una caballerosidad deportiva, lo que animó a directivos de los clubes a interesarse por su contratación. Fue así que comenzó a jugar para clubes de mayor competitividad deportiva como Unión y Cultura de Murphy’, ‘Centenario Football Club de Venado Tuerto’ y ‘San Martín de Chovet’, todos ellos de sobresaliente trayectoria en campeonatos de fútbol zonales. Actualmente todos coinciden: “el gringo” fue el mejor Nº 2 del fútbol regional de los últimos tiempos.

Ya alejado de este deporte, no pudo desprenderse de la práctica de otras competencias como pelota paleta y padle, de los que en los últimos cuatro años fue campeón del Torneo Provincial de la Asociación Bancaria.

Terminado sus estudios secundarios inició su actividad laboral en la Cooperativa Agrícola Ganadera de Carmen hasta los 23 años, oportunidad en la que ingresó a una entidad bancaria que posteriormente se fue fusionando con otras casas de crédito hasta su actual denominación: Credicoop Coop. Ltdo. en el que se desempeña como cajero en la sucursal Venado Tuerto.

En 1988 contrajo matrimonio con Patricia Ponzini Di Lena con quien formó su familia que componen: Thomas (1990) y Roy (1994), ambos alumnos del Instituto Santa Rosa de Venado Tuerto.

Integrante del Consejo Directivo de la Sociedad Argentino Irlandesa de Venado Tuerto, Jorge Fitzimons es parte de una legión de gente joven que garantiza la permanencia en el tiempo de nuestra comunidad en esta región, mediante un recambio generacional que comienza a percibirse. Es por eso que pretendemos presentarles a todos los lector del “The Southern Cross”, a quienes son el futuro de nuestras comunidades en el interior.

A Patricia y Jorge, a Thomas y Roy, nuestro agradecimiento por la buena onda y el haberse brindado con afecto y espontaneidad para este encuentro.

FACUNDO IGNACIO DOWLING


Nació el 08 de junio de 1977 en la localidad de Elortondo, a escasos kilómetros de Venado Tuerto, su actual lugar de residencia. Hijo de Santiago Miguel Dowling y Herminia Leonor Tolosa, descendientes de antiguas familias de la región, y nieto de Cipriano Dowling Beyrne y Lucía Maurino. Cuando Facundo habla de sus abuelos, lo hace con una marcada nostalgia cariñosa: “Aunque hace un año que mi abuela Lucía no está entre nosotros, para mí sigue estando presente en cada momento de mi vida; ella fue la que me marcó el camino desde la infancia, cuando en el silencio de siestas prolongadas, me sentaba a su lado y me contaba todo sobre mi abuelo y cómo vivían entonces”
Facundo es el único hijo varón de la familia y joven padre de Fernando Martín. Casado con Laura Beatriz San Román, no duda en describirla afectivamente como: “Mi compañera infaltable y el apoyo incondicional que necesito para la práctica del deporte”. Sus hermanas Carina y Valeria, que ya formaron sus propias familias, también son parte importante de sus afectos que se prolongan en sus sobrinas Valentina, Malena y Martina.

Estudio y trabajo

Facundo cursó sus estudios primarios en el Colegio Sagrado Corazón de Venado Tuerto y el nivel medio en la ENET Nº 1, y aunque hubiera preferido hacerlo en un colegio agrónomo, no pudo ser porque el presupuesto familiar no alcanzaba y debió finalmente terminar la secundaria en una escuela nocturna que le permitió trabajar durante el día. Entonces, no hay que sorprenderse de la tenacidad que muestra Facundo en hacerse de un tiempo para practicar deportes. Es que su febril actividad laboral como controlador de depósitos en una empresa de cereales, lo obligó a mantener un ritmo que no admitía descanso, lo que se refleja en su temperamento inquieto y decisivo. Comenzó a trabajar de cadete cuando tenía once años y durante las vacaciones escolares hacía trabajos extras para hacerse de algunos ahorros (no muchos) y darse algunos gustos personales. Actualmente, y desde hace ocho años, es el encargado general del un corralón de materiales de una empresa constructora de Venado Tuerto, lo que le permite programar su práctica deportiva fuera del horario comercial.

El deporte

Su afición por el atletismo comienza en la primaria del Colegio Sagrado Corazón, donde se organizaban competencias de maratón en las que siempre participaba. A los 13 años se inscribió en la maratón de 10 km que auspicia anualmente una entidad bancaria y lo hizo “de puro corajudo”, porque ni siquiera se había entrenado. Esa fue la primera vez que corrió fuera del ámbito escolar. Luego continuó participando en la secundaria, entrenando un poco más de lo habitual. Compitió en intercolegiales y un año se adjudicó el campeonato zonal de salto en alto, lo que lo llevó a disputar el torneo provincial que se realizó en la ciudad de Rosario, donde fue eliminado. Ese día se dio cuenta de la necesidad de intensificar los
Facundo Dowling en el podio
entrenamientos, y lo que hasta ese momento fue un mero pasatiempo, pasó a ser una obsesión. Pero claro, la mayor parte de su tiempo era absorbido por su trabajo y la atención de su familia, por lo que fue necesario ordenar su actividad. A los 28 años se encontró con su ex profesor de gimnasia que ya había pasado a ser profesor de su hijo Fernando, y le sugirió que participara en una ultra maratón de 24 horas que se realizaría en Venado Tuerto y que integrarían padres y alumnos del colegio. No dudó en ser de la partida y en la competencia se ubicó en tercer lugar. De ahí en más arrancó y no dejó en practicar deportes hasta el día de hoy.

Recuerda que en su pueblo natal, Elortondo, se realizó un duatlón (bicicleta y pedestrismo) en el que participó con una bicicleta muy vieja y llegó a ubicarse en el 6º lugar, lo que lo impulsó a presentarse en la ciudad de Baradero (PBsAs) en una competencia de bicicleta de montaña de 50 km logrando el puesto Nº 3, reafirmando sus ganas de continuar compitiendo. De esa manera, con el apoyo económico de la Municipalidad de Venado Tuerto y la colaboración de un bicicletero local que le mantuvo la bici en buen estado, más el apoyo de toda su familia, compitió durante los años 2006 y 2007 todos los domingos y feriados, logrando coronarse subcampeón en la maratón del sur santafesino, campeón en el duatlón rural del sur santafesino, el puesto Nº 3 del circuito nacional de duatlón rural bonaerense y el puesto Nº 2 en el ranking nacional de duatlón rural. En la maratón internacional disputada en la ciudad de Rosario se ubica en el puesto Nº 27, en una competencia de 42 km sin estar entrenado debidamente, alcanzándole para recibir uno de los premios más importantes que posee. En 2007 también practicó remo y participó en el ?YPF Cross? de carreras de aventura que conjuga Kajack, MTB, pedestrismo rural y pruebas especiales logrando el puesto Nº 5. Este circuito multidisciplinario es el más importante de Sudamérica y el ‘Circuito YPF Cross’ se realizó en cinco fechas en la Provincia de Buenos Aires, comprendiendo las ciudades de Luján, Zárate, Alsina, General Belgrano y Jáuregui. Ese mismo año se adjudicó el campeonato de la primera carrera de los dos pueblos de MTB (bicicleta de montaña) que une las localidades de Hughes y Labordeboy. Y así sucesivamente.
En cuanto a la temporada 2008/2009, contó con el apoyo de su entrenador de la ciudad de Colón (PBsAs), el de su incondicional médico de cabecera y de instituciones de la ciudad, comenzando a prepararse para las próximas competencias.

Los mejores triunfos

Enumerar los premios y campeonatos obtenidos por Facundo sería demasiado extenso, razón que nos acota a comentar algunos de sus últimos logros.

El domingo 22 de marzo participó del Circuito Nacional de Duatlón Rural 2009 en la ciudad de Junín (Prov. BsAs.) clasificándose en el puesto Nº 3 de su categoría a 4 minutos y medio del campeón argentino de duatlón rural Carlos Ossola. En mayo último corrió el primer Open Bike de La Granja, un pueblo ubicado a 50 km de la ciudad de Córdoba con subidas y bajadas muy complicadas, una carrera con más de 150 corredores de Entre Ríos, Santa Fe, Rafaela y un equipo de españoles que circunstancialmente se encontraba en la capital cordobesa. En esta competencia se ubicó en el puesto Nº 11; y la suma contrarreloj y la de los 56 km lo 
ubicaron en el puesto Nº 14, a solo 10 minutos del ganador. Según un comentario deportivo del diario ‘El Informe’ de Venado Tuerto, la ubicación lograda por Facundo en esta competencia es por demás de meritoria.
Para finalizar esta breve reseña sobre la vida deportiva de Facundo Ignacio Dowling, vale la pena hacer hincapié en lo que para él fueron sus mejores triunfos: el vinculo familiar y el ganar amigos: “Una de las cosas más importantes que rescato de cada carrera, es el afecto que recibo de mis padres cuando me esperan para compartir un asado cada fin de semana que no compito”. Y señala: “Aparte de los premios conseguidos después de tanto sacrificio, rescato las buenas amistades que hice en cada uno de los lugares donde fui a competir y eso debo valorarlo porque ya son parte de mi vida y la de mi familia”.

No hay dudas, Facundo es un deportista de alma y deseamos que continúe consolidando sus afectos familiares y cosechando muchos amigos más. Su esfuerzo y dedicación lo hacen merecedor de este reconocimiento.

RODOLFO “CACHO” DELAHANTY


Rodolfo Romualdo Delahanty, más conocido por “Cacho” Delahanty, nació en Venado Tuerto en 1929; es el menor de los tres hijos de don Juan Antonio Delahanty Mitchel y de doña María Rosa Crapella. Cursó sus estudios primarios en la “English High School” de la empresa Ferrocarriles Central Argentino, tal vez integrante de las últimas promociones, que precedieron su cierre definitivo.

Actualmente Rodolfo Delahanty es residente del geriátrico “Santa Fe”, donde es atendido hasta tanto se recupere de una operación que le costó la amputación de una de sus piernas.
Entre las múltiples actividades que desarrolló durante sus 80 abriles, se destaca su afición por la fotografía, y lo que comenzó siendo un juego, terminó en profesionalismo. En 1999 el Concejo Municipal de la ciudad le otorgó la distinción “Hijo dilecto de Venado Tuerto”, atento su dedicación a la fotografía y la colección de imágenes que ha recopilado en sus más variadas expresiones.

Según nos relata Cacho, su afición por la fotografía comienza cuando, en familia, salía de paseo con una cámara “cajoncito” de su padre, y -con auxilio de éste- tomaba imágenes en distintas partes de la ciudad. Lo que para su padre era un entretenimiento, para él era una diversión. Comenta que iban a la zona del ferrocarril, por aquellos años un lugar de concentración de los pobladores, y retrataba las máquinas a vapor, los vagones, el “Molino Fénix” en su imponente modernidad y los paisajes que el capricho de la naturaleza le ofrecía. Ya mayorcito y con cámara propia, se dedicó a fotografiar las carreras automovilísticas, especialmente durante el apogeo de la recordada “Vuelta de Santa Fe” de turismo carretera, donde inició sus primeras incursiones como profesional. Para ese entonces tenía una cámara
Margarita Kenny, Cacho, María Elena Chapman y
Patricia Goodbody de Murray
rudimentaria, cuyo manejo le costó abandonar cuando el avance tecnológico lo empujaba hacia otra más moderna. “Es que me encariñé con esa camarita, porque fue la que me permitió descubrir y hacer cosas nuevas a través de la fotografía”.
De esa manera fue almacenando material, sin interés comercial, sino simplemente “para despuntar el vicio”, con lo que armó su propio archivo.

Su actividad se volvió más intensa cuando compra el diario “El Alba” en sociedad con dos amigos. En ese tiempo la novedad era la linotipo y él era el encargado de armar el cliché. Entonces comenzó a recorrer la ciudad, los eventos culturales, sociales y deportivos, y por la noche se encerraba en el laboratorio revelando el material del día. “Era un trabajo muy sacrificado, pero me sentía feliz de hacerlo” admite con nostalgia.

“Cacho”
 integra el Consejo Directivo de la Sociedad Argentino Irlandesa de Venado Tuerto y tiene un montón de amigos que desfilan por el geriátrico para saludarlo y charlar con él de lo que fuere. Empedernido lector, vive informado de todo lo que acontece en la ciudad, el país y el mundo. Considera que está bien atendido y espera volver pronto a su casa para continuar haciendo lo que le gusta y sumergirse en su mundo, ese mundo de imágenes que él creó y que para la comunidad de Venado Tuerto es un tesoro de mucho valor. A través de la recopilación de sus fotografías antiguas y las que él mismo plasmó con sus cámaras, las futuras generaciones podrán observar en imagen, la evolución que el crecimiento de la ciudad experimentó en sus 125 años, y comprobar así, que en lo profundo, subyace el destino progresista que alguna vez pronosticara su fundador Don Eduardo Casey.

Rodolfo "Cacho" Delahanty falleció el 01/06/2012 a los 83 años.